Babosa espacial
Una babosa espacial tiene forma de tubo. No tiene ojos, orejas ni órganos respiratorios. Tiene, sin embargo, una enorme boca, y dos pequeñas antenitas que usa para percibir el universo que le rodea; cómo lo hace exactamente es un misterio.
El cuerpo de la babosa está casi totalmente cubierto por una piel suave, pero a la vez resistente como el duracero; esa piel puede deflectar disparos de blásters y armas vibratorias. El interior de la babosa, pese a esta protección externa, es particularmente vulnerable, y una táctica frecuente contra una babosa hostil es tirarle granadas a la boca.
La babosa espacial está perfectamente capacitada para sobrevivir en el vacío, cavando sus túneles habitualmente en asteroides para consumir su contenido mineral. Absorbe también energía directamente de varias formas de radiación. Hasta el momento, no se han visto babosas espaciales flotando por el espacio sin asteroide, o en superficies planetarias; los expertos debaten si las babosas podrían sobrevivir sin un nido.
Las babosas crecen lentamente, hasta que alcanzan unos cincuenta o cien metros de longitud. Entonces, la babosa se subdivide en otras dos babosas más pequeñas por fisión. Éste es un proceso lento; los eruditos estipulan que una babosa tarda miles de años en dividirse. Esto sugiere que las babosas son muy longevas, claro está; es fácil que vivan decenas de miles de años, que se dice pronto.
Existen. Las babosas gigantes existen. Contrariamente a la creencia popular, no son los seres vivos más grandes conocidos; los hay más grandes, pero sólo llenos de gas, como los beldons, o engendrados en laboratorio, como algunos monstruos biodiseñados por los yuuzhan vong. Muchos creen que el factor que impulsa a la babosa a dividirse al alcanzar su tamaño máximo, no aparece en las babosas gigantes.
La piel de una babosa gigante es comparativamente mucho más dura que la de sus primas pequeñas
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